y se desprendieran para luego volver a unirse a ellos.
¿Es posible pensar esos seres como parte de una misma entidad?
Quizás el árbol, a la manera del manipulador de la marioneta en el Bunraku japonés, lleva a cabo un acto transitivo, un "gesto efectivo": el de sostén y abrigo, el del sosiego, del descanso. Y los pájaros -la marioneta- son el gesto emotivo, el "gesto efectuado".
Y tal vez sea el aire, el viento, el paralelo de las voces del Bunraku: el gesto vocal. Dice Barthes que en el Bunraku "la voz tan sólo se mueve a través de algunos signos discontinuos de tempestad (...) Sin ser eliminada (...) la voz es no obstante echada a un lado (escénicamente, los recitadores ocupan un estrado lateral)."
"El Bunraku le da un contrapeso o, mejor, una contraseña: la del gesto. El gesto es doble: gesto emotivo en el nivel de la marioneta [aquí los pájaros], acto transitivo en el nivel de los manipuladores [el árbol aquí]... la voz [nuestro viento] es doblada por un vasto volumen de silencio, donde se inscriben con tanta más fineza otros rasgos, otras escrituras".
Hace días encontramos estos pájaros con sus árboles y su aire.
Este aire, con pájaros y árboles.
Estos árboles, con su aire y sus pájaros.
Hoy por la tarde conocí el Bunraku.
Y hace un rato, Juan me dijo sobre esta foto: - Es como si los pájaros fueran parte de los árboles, y se desprendieran para luego volver a unirse a ellos.
"Como en el teatro moderno (sigue Barthes) el trenzado de códigos, de referencias, de constataciones desligadas, de gestos antológicos, multiplica la línea escrita, no en virtud de alguna llamada metafísica, sino por el juego de una combinatoria que se abre en el espacio entero del teatro: lo que comienza uno, lo continúa el otro, sin descanso".