“Sueño con un nuevo mundo magnífico y deslumbrante que se derrumba en cuanto se encienden las luces. Un mundo que se desvanece, pero no muere, porque basta con que me quede inmóvil otra vez y que mire fijamente y con los ojos bien abiertos a la oscuridad para que reaparezca... Así pues, hay en mí un mundo que es totalmente diferente de cualquier mundo que conozco. No creo que sea propiedad mía exclusiva: lo único que es exclusivo es mi ángulo de visión, en el sentido de que es único. Si hablo el lenguaje de mi visión única nadie entiende; puede erigirse el edificio más colosal y, aún así, éste puede permanecer aún invisible. Esa idea me obsesiona. ¿De qué servirá construir un templo invisible?”
(Henry Miller, Sexus, 1965)
(Henry Miller, Sexus, 1965)