Por la ventana veo a un hombre que acarrea tierra y tapa con ella los pozos –enormes- que tiene el asfalto aquí, en un cerro de Valparaíso. Es su oficio. Pide a cambio monedas a taxistas y conductores de autobús. Mientras él trabaja con el esmero de quien no viera cómo su tarea se destruye con el paso de los coches, yo intento encontrar algún tópico relacionado con nuevas tecnologías. Hoy no.
Pasa otro repartidor de gas haciendo música con las garrafas. Y otro.
Tecno(re)adaptados al medio. No puedo pensar en nada más.
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