(Notas sobre: DEBORD, Guy, La sociedad del espectáculo, Valencia, Pre-Textos, 1999.)
La selección de un fragmento que resulte especialmente representativo en el texto de Debord no es tarea fácil, ya que podría decirse que la columna vertebral de su planteo se encuentra “atomizada” por todo el texto. Por lo tanto, uno podría usarlo a modo de oráculo y dejarse caer sobre cualquiera de sus tesis para encontrar ahí el ADN del libro. Debo confesar de todos modos que no es la estrategia que usé para mi selección. No demoré mucho en elegirla, ni en darme cuenta de por qué lo hice: no menciona el espectáculo, ni la sociedad. No directamente. Y sin embargo se desprende de ella su posición frente a estos.
Aquí Debord se refiere a la economía de producción como el germen de la alienación social, y al hombre como “productor de desposesión”, de exterioridad y de distancia. El espectáculo para Debord es el reemplazo de la experimentación directa por la representación, del diálogo por las relaciones sociales mediadas, es el empleo del tiempo, el verdadero producto de la sociedad actual.
Producir todos los detalles del mundo, de forma cada vez más potente. La creciente espectacularización del mundo (a la que el autor se refiere como una situación de la que es imposible eludirse) viene a ser el resultado de la mercantilización. No habla del espectáculo como mercancía sino, a la inversa, de la mercancía como espectáculo.
En este fragmento queda marcada una diferencia sustancial con la visión McLuhiana, al centrarse en la producción de espectáculo no como extensión de las posibilidades perceptuales del individuo, sino como cruda mutilación de la experiencia directa. La “prótesis espectacular” enfrenta al hombre con su cada vez más pobre percepción del mundo: más mediada, más artificial, y por tanto, más alienada ( y aquí se vincula con Nietzsche y su fábula del hombre como animal inferior: “…no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas..” ). Debord, de alguna manera continuando el enfoque nietzscheano, plantea la espectacularización del mundo como una realidad ineludible, un filtro infranqueable entre el hombre y el mundo.
Sonría. No es posible salir del espectáculo.
“33. El hombre separado de su producto produce, cada vez con mayor potencia, todos los detalles de su mundo, y de ese modo se halla cada vez más separado de su mundo. Cuanto más produce hoy su propia vida, más separado está de ella.”
La selección de un fragmento que resulte especialmente representativo en el texto de Debord no es tarea fácil, ya que podría decirse que la columna vertebral de su planteo se encuentra “atomizada” por todo el texto. Por lo tanto, uno podría usarlo a modo de oráculo y dejarse caer sobre cualquiera de sus tesis para encontrar ahí el ADN del libro. Debo confesar de todos modos que no es la estrategia que usé para mi selección. No demoré mucho en elegirla, ni en darme cuenta de por qué lo hice: no menciona el espectáculo, ni la sociedad. No directamente. Y sin embargo se desprende de ella su posición frente a estos.
Aquí Debord se refiere a la economía de producción como el germen de la alienación social, y al hombre como “productor de desposesión”, de exterioridad y de distancia. El espectáculo para Debord es el reemplazo de la experimentación directa por la representación, del diálogo por las relaciones sociales mediadas, es el empleo del tiempo, el verdadero producto de la sociedad actual.
Producir todos los detalles del mundo, de forma cada vez más potente. La creciente espectacularización del mundo (a la que el autor se refiere como una situación de la que es imposible eludirse) viene a ser el resultado de la mercantilización. No habla del espectáculo como mercancía sino, a la inversa, de la mercancía como espectáculo.
En este fragmento queda marcada una diferencia sustancial con la visión McLuhiana, al centrarse en la producción de espectáculo no como extensión de las posibilidades perceptuales del individuo, sino como cruda mutilación de la experiencia directa. La “prótesis espectacular” enfrenta al hombre con su cada vez más pobre percepción del mundo: más mediada, más artificial, y por tanto, más alienada ( y aquí se vincula con Nietzsche y su fábula del hombre como animal inferior: “…no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas..” ). Debord, de alguna manera continuando el enfoque nietzscheano, plantea la espectacularización del mundo como una realidad ineludible, un filtro infranqueable entre el hombre y el mundo.
Sonría. No es posible salir del espectáculo.
G.A.M.
"Alice in wonderland or Who is Guy debord? Excerpt 2"
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