24 marzo 2010

¿Hormigas? ¿Hormigas verdes? ¿soñando aquí?


Cómo no pensar en Potosí y sentir un poquito de náuseas, con las gafas de 3D puestas, mientras bichos fluorescentes y preciosos te vuelan a la cara, y la esbelta “new-pocahontas” y el marine minusválido se enamoran. 





Por esas cosas del destino, el lunes no trabajé y me fui al cine a ver Avatar, mi primer película en 3D (sí, con 32 añitos no había visto nunca nada en 3D). Me fui a los cines Lyz, y pagué nueve euros (auch) por la experiencia de gafitas mágicas. Me volví a mi casa montada en mi monstruo celeste, volador intergaláctico. 

El martes, por esas cosas del destino, decidí, como colofón de las tareas cumplidas en el día, ir a la Filmoteca. Pagué un euro y entré a ver “Donde sueñan las verdes hormigas”, de Werner Herzog. Sí, ambas pelis tienen la misma temática: minería, exotismo, explotación de la naturaleza... Me hizo sonreír que los temas fueran tan cercanos y la experiencia tan opuesta.




La cinta que proyectaban en la filmoteca parecía haber pasado por la lavadora, estaba destrozada, llena de esos defectos que no dejan de tener su encanto: arañitas, salto en la imagen, ruido blanco, líneas, viraje en los tonos y demás. La imagen seducía como en Avatar, pero por las razones más opuestas. Estaba bellamente deteriorada! Una ruina de 26 años. Totalmente vintage. Bueno, vuelvo al tema.

El tema es, como ya dije, que dos películas tan opuestas estén tratando un mismo tema, un tema tan delicado como ese. Me puse a hacer una lista mental de los puntos en común que les encontraba:

      Ambas tocan la temática de las invasiones y las colonias: Avatar de forma burda e indirecta, Donde sueñan las verdes hormigas lo hace clara y directamente, mencionando la presencia forzada de los ingleses en Australia en varios momentos.
      Ambas ironizan sobre la relación estúpida del hombre occidental con la naturaleza.

      Ambas colocan los bandos de “occidental predador” y “exótico ecologista” en la trama.

      Ambas plantean los absurdos intentos de negociación entre las dos cosmovisiones.


      Ambas tienen un personaje central, que duda, que se conmueve y que cruza la línea constantemente.


      En ambas aparece también la figura del misionero: aquel encargado de enseñar la lengua universal (que en ambos casos es el inglés, obviamente), la cosmovisión y las costumbres a los nativitos tan necesitados de esa intromisión. Y en ambas aparece junto al argumento de “intentar negociar por las buenas”.


      Ambas tienen también la figura de la ciencia, positiva, objetiva y siempre con una buena intención inicial: antropólogos, biólogos, geólogos son de la partida.

      Ambas tienen a un mineral como eje del problema: En Donde sueñan... es el uranio; en Avatar el inobtenible Unobtainium.

Se podría seguir, pero lo dejo aquí. Y de la lista de diferencias mejor ni ocuparse porque no pretendo ponerme a destrozar Avatar ni a ensalsar a Herzog (una tarea por demás innecesaria), sino más bien atar algunos cabos que me quedaron sueltos anoche, cuando volvía a casa en mi monstruo celeste, ahora mucho menos intergaláctico que la noche anterior.

Y entonces metemos el vector Potosí y obtenemos de ahí un triángulo. Tres épocas, tres historias, tres estéticas, tres dispositivos, tres eras: Siglo XXI, Siglo XX, Siglo XVI. Tres Unobtainium diferentes. Tres versiones del misionero –una especie, por cierto, que parece ir mutando lo mínimo necesario a lo largo de los siglos como para hacerse inextinguible de la faz de la tierra y alrededores. Tres estilos similares de “por la razón o por la fuerza”. Tres tristes tigres trigando en un mismo trigal.

“...fue en las calles y en las minas del Potosí donde habían tomado contacto con los grados más altos y perversos de la explotación humana admitida en estos términos por uno de los principales responsables de la masacre, el Virrey Conde de Lemus: “Las piedras de Potosí y sus minerales están bañadas en sangre de indios y si se exprimiera el dinero que de ellos se saca había de brotar más sangre que plata.”[1] Allí también se habían enterado de una epopeya sepultada por la historia oficial del virreinato: la gran rebelión tupamarista. Fueron los indios los que les hicieron saber que hubo un breve tiempo de dignidad y justicia y que guardaban aquellos recuerdos como un tesoro, como una herencia que debían transmitir de padres a hijos para que nadie olvidara lo que los mandones soñaban que nunca había ocurrido.”


El mensaje de Avatar podríamos concentrarlo en: “Ya destruimos Potosí, estamos destrozando el Congo, ya reventamos miles de culturas y nos estamos cargando cuanto espacio verde nos queda por ahí... entonces, por favor ¡que no se extinga Disneyworld!”.




Detalles memorables de las dos pelis:

- Avatar: Cuando el Capitán malo conoce al marine minusválido recién llegadito a Pandora y le dice algo así como: “Esto no es como Venezuela. Es peor.” (¡¡¡Qué casualidad que justo se caiga Venezuela de la boca de un militar yankee en el año 2154!!!)


- Donde sueñan... : Cuando el antropólogo, aislado en el páramo por estar harto de los estragos de los blancos sobre las tribus locales, le grita al geólogo algo así como: “¡es que tu civilización no para de destruir el mundo, y no se da cuenta de que se está destruyendo a sí misma!” y el geólogo le contesta: “eso ya me lo enseñaron en la universidad”.

- Avatar: durante los 2:20 min del trailer de la peli, las dos únicas palabras que se escuchan son: “¡es genial!”.


- Donde sueñan...: Los gritos del minero, a 20 cm. de la cara del anciano de la tribu: “¿HORMIGAS? ¿¿HORMIGAS VERDES?? ¿¿¿SOÑANDO AQUÍ???”. Memoraaaable.



[1] El Conde de Lemus a Su Majestad, en Contrarréplica a Victorian de Villava; en Ricardo Levene, Ensayo histórico sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno, Apéndice, Buenos Aires, Peuser, 1960.