30 junio 2010

Presa de mi presa (cavilaciones de biblioteca)

Creo que, poco a poco, voy conociendo más en detalle mis propios procesos. Tengo la sensación de que me voy dejando huellas a mí misma; que, a lo Hansel y Gretel, voy andando y dejando migas, piedras, señales, para luego desandar el camino (de forma errática o prevista, según el día, la hora y el clima) y recogerlas, y encontrar que hay en ellas una hermandad, que las habita un algo común, y que eso es la clave de lo que me persigue. Es un extraño circuito el que transito: persigo secretamente algo que secretamente me persigue. Nos encontramos de frente, nos damos la espalda, invertimos roles para poder sentirnos víctima y victimario a la vez, acechante y acechado, sujeto y objeto. Nos cambiamos de roles para conocernos más, y nos seguimos mirando como a extraños.
A veces, cuando creo que no voy hacia ningún lado, que no llegaré nunca a sujetar mi objeto -o a objetar mi sujeto, que es casi lo mismo desde aquí-, siento que no hay nada, que persigo el vacío y que todo esto es un complejo autoengaño que intento justificar ante el mundo.
Otras veces, más optimista, creo que sí, que está. Que me mira, que me seduce, que se esconde y me asusta apareciendo por ahí disfrazado de señas mías, de huellas, de migajas de pan que voy tirando casi sin darme cuenta para después recogerlas, mirarlas con otros ojos y guardarlas por ahí.
Creo que voy a acabar hablando con él, tenemos que negociar. Ni su aparente quietud de objeto, ni mi aparente movilidad sujeta me desaniman. Creo que existe, estoy casi segura, pero para probármelo necesito que hable conmigo, que hablemos. Si lo consigo, el resto está hecho.

06 junio 2010

Interacciones, colaboraciones, trans-acciones con Daniel Silvo.



Conocí a Daniel en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Lo contacté por Facebook y quedamos en encontrarnos allí para que me mostrara la residencia. 

Cuando llegué paseamos un poco por el parquecito y charlamos un rato mientras yo fumaba en uno de los bancos. Habíamos intercambiado un par de emails previamente, pero ahí en ese banco hablamos por primera vez de lo que cada uno estaba haciendo. Yo le conté de mi proyecto de investigación, y entablamos una linda charla sobre la idea de transacción y la economía en las relaciones humanas. Luego él me contó de sus origamis con billetes. Me contó que quería distribuir unos instructivos en la calle, para que cualquier hijo de vecino pueda hacer su origami en la cola del banco o en la parada del autobus. Me gustó la imagen. Le hablé de Gustavo Romano y su comercio con el tiempo, le hablé también de Estanislao Florido y su insectario de billetes de metro.



También le pedí que me hiciera uno le dí un billete de 10 euros. Lo convirtió en un hermoso pavo real. Llegué a Valencia con el pavo real guardado en mi billetera, y cuando me tocó ir a ejercer el valioso oficio de camarera a la cafetería de los cines Babel me lo llevé y le hice fotos posando en la caja registradora y en los platitos espejados donde llevamos la cuenta a las mesas.

Se las mandé a Daniel con un email en el que le agradecía su amabilidad ese día en Madrid, y él me contestó entusiasmado: le habían gustado las fotos y me preguntaba si podía usarlas para un libro que estaba armando, o algo así. Por supuesto que sí, para eso las saqué -le dije-, por si te servían.

También me dijo: ¡Cómo hiciste para acceder a una caja registradora!


Fácil, basta ser camarera y se tiene acceso directo al capital de los clientes y al del propietario. Sí, sí, otro servicio de mensajería, diría Serres -y yo repetiría hasta verlo reflejado en el mundo entero.

Ese día en el banco de la residencia hablamos de los favores y las retribuciones, de las transacciones afectivas, simbólicas, materiales e inmateriales, y de cómo siempre cuando hay algo que va también hay algo que viene, de la índole que sea. Y los dos sonreímos.




Exilio 2.0



-23/05/2010: Mark Zuckerberg asume “errores” en la política de privacidad de Facebook.

-24/05/2010. Diáspora* recauda $184.683 en donaciones, multiplicando por veinte el monto necesario para iniciar el proyecto en septiembre.

Diaspora* es la red social descentralizada y de código abierto que pretenden construir estos cuatro jóvenes neoyorkinos con apellidos y rasgos de orígenes bien diversos. Uno de ellos es Maxwell Salzberg. No se confunda, no es el alterego de Zuckerberg.

¿Llegaremos a ser parte de esta diáspora? ¿Habrán exiliados políticos de Facebook?

Todo indica que una nueva corriente migratoria está por comenzar.



Diaspora: Personally Controlled, Do-It-All, Distributed Open-Source Social Network from daniel grippi on Vimeo.