19 octubre 2010

La pérdida incontenible. Secreto (secreción y segregación).


(acabo de encontrar este escrito entre mis archivos. Tiene años, me costó recordar la situación en la que lo escribí. Me dieron ganas de ponerlo aquí, así, descontextualizado y solo, secretando.)

***

secretar.
(Del lat. secrētum, supino de secernĕre, segregar).
1. tr. Biol. Dicho de una glándula: Despedir materias elaboradas por ella y que el organismo utiliza en el ejercicio de alguna función.

segregar.
(Del lat. segregāre).
1. tr. Separar o apartar algo de otra u otras cosas.

secreto.
(Del lat. secrētum).
1. m. Cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta.


Pérdida incontenible. Vergüenza por la pérdida. Colección de los restos.

Hoy secreto mis silencios por todos los poros. Mentira. Los oculto, porque temo la vergüenza de verme por dentro. Me visto. Salgo a la calle. Te miro como quien mira a un perro, de lado, sin decir nada. Me callo no sé qué. No hay nada para decir, pero algo corre por un costado y hay que evitar mirarlo. Y nombrarlo. Ni hablar. Mejor buenas noches.

Hay algo que sólo las miradas pueden conseguir. Hay muchas cosas, pero me refiero a ésta: unos ojos ejercen una presión tan inmediata y potente sobre los de otro que son capaces de obligarlo a desviar su mirada casi mecánicamente y con gravedad. Con gravedad, quiero decir, con peso, con el propio peso de la materia. La mirada opuesta huirá por lo bajo, se escabullirá con un movimiento esquivo, huidizo. La Tierra es un punto de atracción, estamos pegados a ella, pero la mirada tiene sus alas, podría huir por donde quisiera con cierta facilidad. Sin embargo elije por abajo. Muchas veces.

El poder de dos miradas enfrentadas es difícil de sostener (cuesta hasta frente al espejo).

¿Por qué huir por lo bajo? ¿Es más fácil? ¿Por qué cuesta tanto  *s a l t a r *  al otro, aunque sea con la mirada? ¿Por qué el instinto indica: arrástrate, repta, prueba por abajo? ¿Será que el salto enfrenta con el vacío, y en cambio el reptar con la seguridad de estar con los pies (al menos) sobre la tierra? No me gusta que me ardan los codos, pero evidentemente prefiero eso que un tobillo quebrado en el aterrizaje.

Hoy colecciono restos. Sólo por esta noche. No quiero acumular. Soy coleccionista, pero ya no de desechos, sino de deshechos. Esta Penélope que desteje por la noche no quiere volver a empezar con el mismo punto. ¿Por qué el deconstruir contiene como afirmación tácita el construir? ¿Y si tiro las piezas por el inodoro? ¿Y si soplo y que se las lleve el viento? ¿Eso sería destruir? ¿Y si sigo exactamente los pasos inversos de la construcción? Please, rewind.

Tus secretos te escurren por los zapatos. Los míos seguro que también. Nos evitamos. Mejor, ¿no? La verdad es que hoy no quiero conocer los tuyos. Ni los míos.

A oídos sordos, palabras necias.

06 octubre 2010

La intimidad individual, so old fashioned!

 Para La Comunidad Inconfesable, Nº18.

No hay que distraerse: El problema principal con las políticas de privacidad en Facebook no es el de la intimidad individual: es el del valor de uso de la subjetividad productiva. Y no la subjetividad productiva singular -la de cada individuo entre millones y millones de usuarios- sino justamente el valor de uso de la masa, de esa gran marea de subjetividad como fuerza de trabajo, de esa potencia afectiva colectiva como una inmensa ola que es encauzada, acanalada y reciclada por el modelo camaleónico de la economía política capitalista del siglo XXI.

El último sonaba a Toquinho.



Por la ventana veo a un hombre que acarrea tierra y tapa con ella los pozos –enormes- que tiene el asfalto aquí, en un cerro de Valparaíso. Es su oficio. Pide a cambio monedas a taxistas y conductores de autobús. Mientras él trabaja con el esmero de quien no viera cómo su tarea se destruye con el paso de los coches, yo intento encontrar algún tópico relacionado con nuevas tecnologías. Hoy no.
Pasa otro repartidor de gas haciendo música con las garrafas. Y otro.
Tecno(re)adaptados al medio. No puedo pensar en nada más.